A los 27 años, Emily Harrop es una de las figuras más prometedoras en el esquí de montaña a nivel mundial. Campeona del mundo en cuatro ocasiones, actualmente lidera la clasificación general de la Copa del Mundo. Acaba de asegurar su cuarto Globo de Cristal, un trofeo que premia la consistencia de un atleta en todos los formatos de carrera: sprint, vertical e individual. Su objetivo final es una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026 en Cortina, donde su prueba estrella, el sprint, hará su debut histórico.
Pero más allá de los podios y los dorsales de carrera, hay una mujer que busca el equilibrio, una atleta que conoce el aguijón del ácido láctico, la soledad del esfuerzo y las exigencias implacables del deporte de élite, pero también el asombro de las cumbres imponentes. En esta entrevista, Emily habla sobre sus rutinas, sus dudas, cómo doma el dolor y cómo sigue encontrando alegría incluso cuando todo arde.
Nacida en Courchevel y moldeada por su herencia franco-británica, Emily creció en el corazón de las montañas. Inicialmente esquiadora alpina, encontró en el esquí de montaña un deporte que le parecía más libre y completo. Para ella, las montañas no se tratan solo de ganar, sino de significado, dirección y propósito, un viaje que algún día podría llevarla al oro olímpico.

El esquí de montaña, un deporte de extremos… y precisión
Una disciplina invernal con múltiples formatos de carrera, el esquí de montaña combina ascensos con pieles, secciones de marcha con botas, descensos técnicos y transiciones afiladas.
En los Juegos Olímpicos de 2026, dos formatos estarán en el programa:
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El sprint: Tres minutos intensos donde cada segundo cuenta. Un formato explosivo con ascensos, descensos y transiciones técnicas, disputado en rondas sucesivas.
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El relevo mixto: Una carrera por equipos con dos atletas (una mujer, un hombre), donde cada uno completa dos vueltas de 10 minutos. Un desafío láctico y táctico que requiere coordinación perfecta y máxima concentración.
Emily, una especialista en sprint, encarna a la atleta moderna: explosiva, resistente y estratégica.
La Entrevista: una conversación abierta con Emily Harrop
Estás ganando todo esta temporada. ¿Qué ha cambiado?
Creo que esta es la primera vez que he tenido una preparación completa sin lesiones, y eso marca toda la diferencia. Pero más allá del aspecto físico, también he dejado ir la idea de “siempre ganar”. He aprendido a jugar, a tomar riesgos y, lo más importante, a aceptar perder. Paradójicamente, es este desapego lo que me hace más fuerte hoy. Cuando te acercas a una carrera con una mentalidad más ligera, te relajas, respiras mejor. Y cuando estás más relajado, todo fluye más naturalmente.
El equipo francés también es una gran fortaleza. La creciente profundidad entre las mujeres, especialmente en los formatos más cortos, crea una dinámica increíblemente estimulante. Este impulso colectivo nos empuja a superarnos en cada sesión de entrenamiento, en cada carrera. Progresamos juntos, y eso lo cambia todo.

Se acercan los Juegos Olímpicos. ¿Cuánto espacio ocupan en tu mente?
Es un sueño de la infancia. Desde que era pequeña, he visto los Juegos Olímpicos con estrellas en los ojos, pensando, “Quizás algún día…” Y ahora ese día está llegando. Así que, por supuesto, siempre están en el fondo de mi mente. Es un gran objetivo, casi el máximo… pero no es un fin en sí mismo.
¿Cómo manejas el dolor en un sprint? Llega bastante rápido, ¿no?
Es brutal. El sprint es un formato tan explosivo que el ácido láctico golpea en cuestión de segundos. Si comienzas demasiado fuerte, puedes quemarte rápidamente, y luego es difícil mantener el ritmo hasta el final. Así que trabajo mucho en esto durante el entrenamiento. Al replicar esfuerzos similares a los de la carrera, gradualmente empujo el umbral de lo que mi cuerpo puede soportar. Cuanto más te acostumbras a este tipo de esfuerzo, menos te sorprende en el día de la carrera.
Pero también hay un gran componente mental. He aprendido a recibir el dolor en lugar de luchar contra él. Se trata de la mentalidad. En lugar de rechazarlo, intento aceptarlo, casi con amabilidad. A veces, incluso me obligo a sonreír cuando todo está ardiendo. Y eso lo cambia todo. Crea una sensación de relajación, un impulso más positivo, incluso en el malestar. La mente y el cuerpo están tan conectados.
Lo que es único del sprint es que, aunque cada ronda dura solo tres minutos, toda la competición puede extenderse por casi cuatro horas. Tienes que mantenerte enfocado durante mucho tiempo mientras conservas suficiente frescura para la final. Ahí es donde entra la estrategia, saber cómo gestionar tu esfuerzo, tus tiempos de recuperación y guardar suficiente energía para el momento adecuado. Porque en esta disciplina, sin importar qué tan corta sea la carrera, la victoria se gana con el tiempo.

¿También corres por senderos en verano?
¡Sí, me encanta! Correr por senderos y el esquí de montaña se complementan muy bien. Te mueves a tu propio ritmo, conectado con las montañas, ya sea que estés caminando o corriendo. Este verano tomé un poco más de calma para proteger mis tobillos y evitar riesgos innecesarios… pero realmente quiero volver a ello. Tal vez una segunda carrera, ¿quién sabe? En cualquier caso, es un terreno de juego que me habla y refleja verdaderamente quién soy.
¿Cuál es tu momento favorito en una carrera?
Realmente depende del día, del terreno y de cómo me siento. Tengo una formación en esquí alpino, así que me siento bastante cómoda en las bajadas, pero a veces son las subidas o las transiciones las que marcan la diferencia. Todo cuenta. Lo que he notado es que cuando te diviertes, rindes mejor. Jugar, tomar riesgos, estar plenamente en el momento, cambia todo.
Y dependiendo del recorrido, las oportunidades varían. En una subida técnica, puedes crear grandes diferencias. En una bajada, si hay esquí técnico involucrado, ahí es donde puedo destacar. Pero si es solo recto y potencia máxima, tiende a nivelar el campo. Tienes que saber adaptarte, encontrar la sutileza en cada sección. Eso es lo que hace que este deporte sea tan completo.
¿Es la nutrición un factor clave de rendimiento para ti?
Sí, 200%. Hoy en día, no se puede ignorar su impacto. La nutrición es una parte esencial de la preparación, especialmente en un formato como el sprint, donde el esfuerzo es corto pero intenso. A veces, tenemos hasta cuatro horas entre las primeras rondas y la final, tienes que saber cómo manejar tu ingesta, optimizar la energía y evitar problemas digestivos. Una sólida estrategia de nutrición puede marcar una gran diferencia en el momento crucial.
¿Cómo gestionas tu nutrición durante un sprint? ¿Tomas algo entre rondas?
Distribuyo mi ingesta de manera muy precisa para mantenerme en el máximo rendimiento durante toda la competencia. Justo después de cada ronda, bebo un poco de agua para bajar mis niveles de azúcar en sangre. Diez minutos después, tomo un pequeño snack, un barra, o un gofre, para reponer mis reservas de energía. Luego, unos siete minutos antes de la siguiente ronda, tomo un gel para un impulso rápido justo antes del esfuerzo. Es muy preciso, pero eso es lo que me permite estar al 100% en cada salida.
Para formatos más largos, como la carrera individual (1h30 a 2h), uso una bebida bien equilibrada bebida energética, a veces con uno o dos geles como complemento. Lo más importante es que todo sea fácil de consumir cuando llevas guantes y sostienes bastones; tiene que ser rápido, simple y efectivo.
¿Tu producto favorito de Näak?
Los Barra de Mantequilla de Maní y Chocolate, sin dudarlo. Es casi una recompensa durante el entrenamiento. De hecho, ¡espero con ganas mis sesiones solo porque sé que me tomaré dos o tres! Y recientemente probé las Geles Boost Energy™, son exactamente lo que necesito durante las carreras. Son fáciles de digerir, simples de tomar y, lo más importante, funcionan.
Una búsqueda de equilibrio
Emily Harrop es una de esas atletas poco comunes que inspiran no solo por sus resultados sino también por su visión. A medida que se acercan los Juegos Olímpicos de 2026, Emily está trazando su propio camino, una línea recta hacia la excelencia. Pero nunca pierde de vista las montañas, su punto de anclaje. Porque en el mundo vertical, Emily también encuentra su humanidad.

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