Empecé a correr a los 30 años, en 2010, durante la semi maratón de París: era un desafío entre bomberos 🚒. Me gustó mucho, luego encontré un folleto de la cruz del Mont Blanc (23 km 1500 m) y fui a finales de junio.

Dos meses más tarde, hice la ruta de las "aiguilles rouges" a finales de septiembre para terminar a finales de octubre con 80 km en los Templiers, a pesar de mi operación de menisco. Sin saberlo, la máquina se puso en marcha. En 2011 hice unas 20 carreras, luego entre 40 y 45 cada año, incluidas las ultras.

Simplemente comencé corriendo para ir al trabajo (mínimo 24 km al día) y mi cuerpo se acostumbró. Aparte de algunas heridas menores, nunca he tenido nada especial. Casi nunca estoy fuera de forma, escucho a mi cuerpo y tengo suerte.

Nunca descanso entre carreras, hago sesiones largas y frescas a un ritmo lento, a menudo con los niños en un carrito.

Correr se ha convertido en mi forma de vida. Una necesidad y no una obligación, un auténtico placer.

La motivación viene por sí sola. Hago muchos ultras porque para mí es simplemente divertido. Rara vez hago algún entrenamiento específico, excepto el entrenamiento ocasional que sugiere mi reloj. El ultra del fin de semana me prepara para el siguiente, como el Swisspeaks 360 que me prepara cada año para el Tor des Glaciers (450 km).

En cuanto a nutrición, como de todo. Intento variar mi dieta tanto durante la carrera como en mi vida. A veces, durante un ultra (si está permitido) voy al restaurante a comer bien, y entre tomas me encantan los gofres Näak y las barras de chocolate con mantequilla de maní y café , alternadas con barras saladas.

Aparte de eso, me encantan las tostadasde mantequilla de nueces proteicas de Näak.